jueves, 3 de septiembre de 2009

Dos cortos

Bolsas-caca

Ayer durante la mañana los carteles aparecieron por toda la ciudad. Es cierto que viene hablándose durante el último año, más bien tímidamente, de la sustitución de las bolsas plásticas en las grandes superficies, y dentro de poco tiempo, en todas las cadenas comerciales de España.

Pero de repente, aun cuando los plásticos vienen usándose desde hace casi un siglo y las bolsas eran unos elementos indefensos sobre los que nadie hablaba, ahora bolsa es caca, bolsa es mala, ruin, asquerosa, asesina (también empiezan a salir las imágenes de las tortugas asfixiadas).


Solo espero que el negocio de las bolsas de tela sea la panacea económica de muchas pequeñas empresas o de las abuelas que toda la vida nos las obsequiaban. Pero se inventará seguramente algún otro material con nombre rimbombante, como “biodegradable”, de “escaso impacto ambiental”, porque las medidas de este tipo no surgen si nos hay planes B muy bien orquestados por quienes las instruyen. Y tiene que haber un filón en algún sitio.

Colirio sano

He estado viendo más televisión de la que me había propuesto durante estos días estivales. Los comerciales siempre dan algo de sí. Y está el de un colirio o lubricante ocular en el que un chico se presenta a buscar empleo con los ojos enrojecidos. La imagen siguiente nos remite a la noche de juerga y baile justo antes de acudir a la entrevista. Así que la maternal chica de recepción le da el colirio para que se vea sano y ¡eureka!, el puesto es suyo.


Pero ha ocurrido un cambio sutil que observé ayer. La imagen de la añoranza, la verdadera razón por la que el chico llevaba ojos de maniático furioso se debía al deporte. La nueva retrospectiva nos lo muestra en la piscina, en medio de un emocionante partido de Waterpolo. El puesto también es suyo, pero ahora no estamos frente a un desalmado y manipulador juerguista, sino ante el deportista ejemplar que no podía perderse un partido antes de la entrevista que decidiría su futuro.

¿Moraleja? Da igual si baila o encesta. El puesto es suyo, así que siempre lleve el colirio y no esté explicándoles a los publicistas los motivos de su enrojecimiento ocular. Mire que después se ven obligados a complacer algún reclamo ético.

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