domingo, 11 de abril de 2010

Katyn


Había olvidado que hace unos meses vimos la magnífica Katyn de Andrzej Wajda (en un cine de culto, no descargada —al menos por esta vez—), en cuya función solo estábamos Srdjan y yo.

Katyn es el destino fúnebre de aquellos intelectuales y líderes polacos asesinados por el Gobierno de Stalin, crímenes reiteradamente rechazados por la Unión Soviética en lo que respecta a su responsabilidad directa y atribuidos a la Alemania nazi.

Ayer, la comitiva polaca encabezada por su Presidente se dirigía a esos bosques de Katyn para conmemorar el hecho; les recibiría y acompañaría Vladimir Putin, y al instante me acordé de la opresión en el pecho y profunda tristeza que sentimos durante la visión de la película, de esa sala solitaria de la que partimos en silencio, perpetuado durante una hora, hasta que llegamos a casa, sin hacer caso del frío, del largo paseo y de la noche.

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