martes, 23 de febrero de 2010

Quejas y utopías

Tengo un amigo que se llama Sat. Bueno, Saturnino, Saturno, Sat. Es un profesor de Sociología a quien junto con su esposa, Nay, conocí en la librería donde empecé a entender el valor de consumo de los libros, directamente relacionado con la larga cadena de beneficiarios y negociantes que allí estábamos para eso, para vivir de esos preciosos objetos.

Pues bien, Sat y Nay son lectores voraces. Él nos solicitaba todas las novedades posibles, no solo de su área de trabajo, sino de otras especialidades. Sabe de libros, así como de cocina: ¡qué deliciosas ensaladas griegas y qué maravilla de pan de jamón con queso degusté en la compañía de ambos! Después de un buen tiempo sin saber de ellos, hemos retomado la relación por la vía de estas ondas, y se agradece.

Es curioso, porque con regularidad me hace llegar artículos de la prensa española, aun cuando reside en Venezuela y, aunque quisiera poder rebatir algunos de sus argumentos o hacer comentarios más extensos sobre ellos, el tiempo no me lo permite.

El último artículo que me envió se refiere al caso de un profesor  sancionado con cárcel y multas por haber espiado el correo electrónico de algunos de sus colegas con el fin de beneficiarse académicamente de la información obtenida por esa vía. Sat hace un comentario final en el que reproduzco, así como el resto de estos intercambios, que me agradan, por lo mucho que me distancio de las buenas conversas y disquisiciones con mis sabios amigos, Hermi, Inos, entre otros, con quienes me gustaría  charlar siempre.

Reproduzco esta conversa con su autorización, sin royalties de por medio, aunque se retuerzan los de la SGAE.

Sat:

¿Es entonces el conocimiento y la información una propiedad privada o colectiva?  Si es privada, ¿cuánto cuesta esta comodite o bien transable en el mercado?

¿Qué significa en la sociedad de la información el hecho de la sustracción clandestina de información?

¿Existen secretos en la sociedad de la información y del conocimiento? ¿Y qué significa secreto en esta sociedad?

Si la sociedad de la información es un espacio de flujos de bienes transables como mercancías, pues olvídense de la gratuidad de la educación. Ésta también es un bien del mercado y tiene un valor de cambio,  ¡a pagar por ella quienes tienen dinero!

La sociedad de la información y del conocimiento no es una obra de las Hermanitas de la Caridad ni del Ejército de Salvación Inglés.  Así que si se robó esta información, ¡a la cárcel y a pagar seis euros diarios durante quince meses

Contextualizando este caso en Venezuela, ¿cuántos irían a la cárcel por siete años y un pago de seis euros al día en quince meses por usar información  sin consentimiento de los propietarios privados independientes?

Ada:

Como siempre, gracias por tus correos. Parto de un  comentario breve sobre tus observaciones. El gran debate que se está generando en España sobre el tema de la información es  el de los derechos de la propiedad intelectual. Aquí existe la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores), que ahora, tras la nueva legislación que tiene dividida a la ciudadanía, sanciona incluso a las peluquerías que colocan música sin pagar los derechos de autor. Se considera que se emplea como medio de lucro y ya se han producido las primeras sanciones en forma de multas severas.

Lo de Internet, ni te digo. Es uno de los motivos por los que fustigo a este Estado socialista: ¿dónde queda la cultura como bien universal? Yo entiendo que hay ciertas exquisiteces educativas que se pagan porque también cuestan, pero me molesta mucho aceptar que yo pueda ser sancionada porque ponga en mi local un poco de música de un disco que me he comprado y por el que he pagado mis impuestos. Y si bajo una película de Internet y la veo con mi esposo porque no puedo pagar los siete euros que vale ir al cine, pues también es delito según la nueva Ley.

Esto tiene, y con razón, muy "cabreado" al usuario de tecnología. Se están planteando nuevas medidas por parte de los internautas que podrían hacerse sentir en el medio.

Espero que llegue un punto en nuestras vidas, casi medieval, en el que el anonimato se reivindique como plus existencial. Ese es mi socialismo, no es de las cortapisas. Pero es una utopía, porque mientras yo escriba un libro y me paguen dinero por venderlo y hacerlo llegar a muchos, iremos por el mismo sendero del silencio de los corderos.

Por eso las revoluciones solo las inician los ricos. Son los únicos que pueden permitirse ir contra el sistema y torcerlo. Pueden aguantar los "mientras tanto"...

Es curioso, salí de un socialismo en que la vida de los individuos no vale un céntimo para caer en un socialismo en el que el individuo es,
per se, el bien supremo.

Sat:

Pues ese gobierno de Zapatero ni es socialista ni progresista si lo medimos por lo que hace. Así que por "sus frutos los conoceréis". Quizá la diferencia entre el PSOE y PP son los acrónimos, porque en sus contenidos responden a defender los derechos de las patentes de las transnacionales que  al fin y al cabo son los dueños de los bienes culturales. De este modo, Zapatero a su zapato.
Lo de universal para la cultura es una petición de principio para que todos andemos tranquilos, mas en la era de la globalización la cultura es universal en tanto que sea un bien transable o mercancía que sea rentable, pues la lógica del capital es clara: no se invierte por amor al amor, sino en función de la ganancia, y de la ganancia máxima. Por eso no hay espacio para el humanismo en este mundo (a pesar de Julián Marías), donde la riqueza material y espiritual se presenta como "un inmenso arsenal de mercancías" (Marx). Entonces, hay que seguir produciendo para divertir pero generando plusvalía.
Llegará el momento que tendrás que pagar, en España y tal vez en todo el mundo, por el derecho a imaginar, pues para fantasear ya pagas. Te recomiendo que cuando vayas a la peluquería te lleves tu i pod. Y las películas que bajas de Internet, después de pagar, ¡véalas varias veces!
 Fíjate lo que ha pasado en Brasil durante muchos años, los EEUU ha demandado a ese país hasta en la Corte Celestial por producir medicinas para los brasileros sin pagar los royalties. Primero el dinero y después el enfermo. Es cuestión de derechos, uno a la propiedad privada de los remedios, otro a la propiedad del enfermo de seguir viviendo.
Tomás Moro, a través de Hitlodeo, expresaba en la Utopía, un mundo donde el dinero desaparece cuando las relaciones de los hombres están signadas por el amor. Él como cristiano pensaba en la comunidad de los evangelios. Las transnacionales no quieren a esta comunidad. Mientras tanto esperaremos un nuevo sol. Algún día llegará, pienso yo.
Sat...