miércoles, 23 de septiembre de 2009

Un tal Kaspov

El chico, voz engolada mediante, la deslumbraba:
—Ese es muy famoso. Es un matemático, y quedó hasta en quinto lugar compitiendo —decía, como quién manejara una biografía completa y aún se guardara ínformación valiosa.
—Qué guay, que es un pensante, vamos.
—Sí, sí, uno de esos.
—¿Y cómo se llama?
—Un tal Kaspov.

Me mordí la lengua antes de llamarle farsante a tan ilustrado joven, pero a ella la vi algo impresionada y además, se fueron muy pronto, bastante aburridos, sin duda, así que ¿para qué adelantarle lo que descubrirá muy pronto?

El encuentro entre los dos ajedrecistas vivos más importantes, Anatoly Karpov y Gary Kasparov empezaba con una partida simultánea en el que cada uno de estos “pensantes” se enfrentaba en la mejor guerra del Mundo, la de la estrategia,  la del trabajo de las células cerebrales. Y lo hicieron en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, sin mucha alharaca, sin estridencias.


Debo confesar que sentí emoción por estar frente a un pedazo de Historia que no se dirimió en confrontación mortal. Este encuentro se realiza después del tránsito ideológico, de la madurez de dos hombres que han aprendido a darse la mano con el respeto —al menos aparente, que es lo que mis retinas valoran— del rival que está a la altura del otro.

Pero lo que realmente me produjo alegría fue comprobar que se lo tomaban en serio. Que ambos siguen preparándose, que no subestimaron a sus rivales (ni siquiera a un pequeñín de unos siete años a quien Kasparov aconsejaba ciertas jugadas), que meditaban si era necesario y se preocupaban por ganar y hacerlo bien. Sabemos que hay dinero de por medio, y parece que bastante, que el mecenas es el multimillonario Al-Fahim, pero podrían haber convertido este torneo en un vodevil y, hasta ahora, entiendo que no es así.

En fin, que la entrada fue libre, que había muy poca gente y más espacio para verlos a mis anchas; niños verdaderamente interesados; también, algún anciano, ajedrecista de toda la vida, pensando frente a su tablero y de vez en cuando restregándose los ojillos al mirar a su rival: Anatoly Karpov.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Un apunte al presidente Evo Morales

Sí, Sr. Morales, lo que ha expresado Ud. en ese mitin que el Gobierno español le ha permitido realizar en Leganés es cierto. Los 250.000 bolivianos que habitan en España sin papeles son "ilegales". Que sí, hombre, que esa es la denominación común que expresa que un conjunto de ciudadanos de orígenes diversos al español han entrado en este país, viven en él y han dejado transcurrir el plazo correspondiente para que su situación de legalidad —como turistas— pasara al otro estatus, esto es, el de la ilegalidad. Ah, ¿que cómo ocurre semejante hecho? Debe preguntárselo Ud. al Gobierno de este país.

Ahora bien, eso de planteárselo con ironía a sus conciudadanos, que con la ondeante banderita plástica expresaban su júbilo por lo que Ud. decía, digo, lo de la ironía, está de más. Porque mire Ud. Sr. Morales, se lo explico. Hay leyes. Quienes hemos emigrado en condiciones legales sabemos que debemos tramitar documentos y lo que haga falta para permanecer en el país. Se pagan tasas y punto.

A lo mejor se está preguntando: si los españoles entraron a "nuestros" dominios y nadie les pidió la foto hace más de 500 años, ¿por qué hoy nosotros tenemos que vivir perseguidos? Podría comentarle un par de cosas, solo le dejo la nota de lo de la propiedad. Nada era de nadie; se llegaba, se conquistaba y hasta ahí, como se sigue haciendo aún en territorios poblados por los indígenas, quienes ya lo hacían bastante antes de que llegaran los españoles.

Le diré el porqué de estas leyes. Algunos soñamos con un mundo sin límites. Sin pasaportes ni barreras que entorpezcan el libre tránsito de los habitantes terrestres. Pero más de una vez nos han llamado lo que supongo sabe Ud.: utópicos, idealistas, casi insensatos. Quizá Ud. se siente solidario en lo que respecta a semejantes epítetos. Tal vez sueña con un Mundo así: GLOBALIZADO. No obstante, y he ahí la paradoja, su hermano mayor del alma y todos los hermanitos ideológicos del Continente odian la palabra "globalización" y lo que dicen significa. Así que no entiendo; eso tendrá que explicármelo alguien que sí haya desgranado el acertijo.

Como no se puede tener un mundo sin visas (no me refiero a la tarjeta), ni permisos para vivir porque soñarlo nos convierte en imbéciles para los usureros del planeta Tierra, eso de prometer legalidades a los bolivianos para alcanzar votos es muy feo. Es una mentira, no hay manera de que pueda cumplirlo porque, para lograr eso, Sr. Morales, debe Ud. convencer al Gobierno de este país de que sea posible, y claro, Bolivia posee mucho gas y estaño, pero no creo que semejante botín sea suficiente para alcanzar acuerdos que rebasen los términos jurídicos en materia de migraciones. ¿O sí? Eso sería muy feo, Sr. Zapatero.

Lo que sí deberían ofrecernos los presidentes que vienen a quejarse del maltrato que sufrimos los emigrantes es seguridad jurídica y personal, empleo y condiciones de vida óptimas en nuestros países de origen para no andar por ahí molestando. Y, de paso, también se ahorraría Ud. gastos de hotel y combustible solo para venir a buscar votos de sus conciudadanos en el exterior.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Chávez Superstar

Cuando era más joven e impresionable me gustó el trabajo de Oliver Stone en JFK. Un documental sin un ápice de pruebas, pero cuya historia contemporánea solo afectaba los deseos de conocer una verdad más controvertida en un contexto moderno, ya superadas las etapas críticas de la investigación y sobre todo, ya superados los sesenta y sus consecuencias.


Miro entrar a Hugo Chávez Superstar “como un espectador más” para ver el documental “South of the Border”. Dice la prensa que ha dicho Ari Tariq, el guionista e ideólogo de la película, que no se entiende que una persona que haya ganado siete legítimas elecciones sea tan cuestionado dentro y fuera de su país. La palabra que emplea es “hostilidad”.


Trataré de explicarle el porqué, y no quiero ser breve, que para eso tengo un blog. Lo primero, no podemos asegurar que las siete elecciones hayan sido legítimas. No dudo de la primera o de alguna otra, pero sí de aquellas en las que hubo muy pocas posibilidades de revisar los mecanismos de votación. Diré más: cuando miles de personas hicimos filas desde tempranas horas por ocho y diez horas bajo el sol de esos días para votar por el “NO” constitucional, en algunas mesas no había votantes o pasaban por cuentagotas. El director de una de esas mesas, en donde ejercí mi voto, me preguntó el motivo por el que si había tanta gente, solo yo había pasado a esa mesa en más de una hora. Sorprendida al igual que él me dirigí a un sargento armado para comentarle esto, y su respuesta fue colocarme la ametralladora en el hombro e indicarme que si había votado me marchara. Para asombro de muchos ganó el “SÍ”, imprescindible para que Chávez llevara a cabo su cuestionada reforma constitucional. Es solo un ejemplo que describe el motivo por el cual no creo en legitimidades.


Lo segundo. Los señores Tariq o Stone han sido conducidos por aquellos lugares a los que se está llevando a los intelectuales de izquierdas para “recrear” la revolución. Se trata de un par de barriadas populares en donde dicen que aún no han salido huyendo los médicos cubanos que llevaron a los dispensarios médicos como parte de intercambio “cultural” (llámese petrolero) que Venezuela sostiene con Cuba. Allí, según me contó en una ocasión un amigo español que formó parte de esta “excursión” —así la denominó— se ilustraba cómo esta revolución está acabando con la marginalidad al suministrar educación, atención médica primaria y otros servicios a las clases desfavorecidas.


La fascinación de los originarios del primer Mundo al llegar por primera vez a un barrio colmado de ranchos (chabolas-favelas) y explicársele que por fin se está haciendo algo en su favor, disipa muchas verdades, ciega miradas laterales. A saber, han pasado más de diez años para aportar algo más que visitas a estas zonas. La consolidación de estos espacios en lugar de acercar a sus habitantes a áreas urbanas o centros de trabajo agrícolas (desde donde provino mucha gente que se deslumbró por el supuesto éxito de la ciudad como eje de progreso), significa un rotundo fracaso, no solo de Chávez, quien parece nunca se ha planteado la migración de los cerros marginados a espacios habitables con opciones de trabajo, sino también de todos los gobernantes previos que, planteándoselo, consideraron que semejante política iría en desmedro de su popularidad.


Y es que, lo que nadie explica a los Stone, los Stiglitz, los Sean Penn y el resto de la fauna humana que se ilusiona con las utopías es que estos pueblos han sido formados para estar conformes con la vida que llevan. He escuchado a mucha gente a quien en algún momento le sugerí ahorrar para salir de esos barrios inseguros, en los que las personas de bien deben recluirse a las seis de la tarde para evitar que una bala perdida les atraviese el cerebro, y darle una mejor posibilidad a sus hijos, asombrarse por la sugerencia del cambio, como si vivir en esa situación, rodeado de la gente de toda la vida, en peligro, pero por ahora vivos, no fuera más que suficiente para seguir, porque “qué se le va hacer”. Si total, lo que tampoco se explica a estos intelectuales que creen más en lo que les dicen y en lo que les deslumbra que en la Historia, siempre tan certera, es que los subsidios son más que suficientes para un mes de “rumba” (llámese fiesta y alcohol) y algo de comida que se adquiere más económica en los mercados populares, aunque el arroz —si hay— sea viejo y las habas negras (caraotas) estén duras.


Hay mucho más, claro está. Será necesario referirnos también a una educación cuya nueva Ley sí que igualará a todos los venezolanos en el analfabetismo funcional que ha venido operando solapadamente desde hace décadas; de cómo no han disminuido los índices de inseguridad (muerte a mansalva) en nuestras ciudades; de la inoperancia de las invasiones a tierras que antes eran productivas porque sus legítimos propietarios trabajaban en ellas; del fracaso de la sanidad pública, en fin, hay tanto por decir, que lo seguiré diciendo aquí, allá y en donde pueda.


Pero debo detenerme: Hugo Chávez ha salido de la suite del hotel madrileño en donde paga 5.300 euros por noche para hablar de lo culpable que debe sentirse este “orden mundial” por la marginación y la pobreza. Veré las noticias y la cara de quienes le escuchan. Es mucho más interesante que oírle.


Eso es lo que hay. Y no más. Y a quien me lo pregunte se lo seguiré diciendo: algunos no huimos de Chávez, sino de la mentalidad de quienes lo condujeron al poder.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Niños nerviosos=ancianos asustados

Hola:

Tenía guardado este artículo desde hace tiempo http://www.magazinedigital.com/salud/psicologia/reportaje/cnt_id/934 y, antes deshacerme de el, he preferido compartirlo, especialmente con los padres. La parte final en la que se habla de cómo afectan los videojuegos al sistema nervioso, es como para preocuparse. ¡Leer, dibujar y jugar más con otros de su edad!, parece ser una recomendación sana.

Ya empiezan a darse casos de personalidades alteradas por ser adictos a los videojuegos. Hay una página Web indispensable para los padres http://www.protegeles.com/, en la que hay un enlace sobre este tema de las adicciones que puede ser de utilidad: http://www.tecnoadicciones.com/

Aun así, no hay que demonizar estos juegos, forman parte de nuestra realidad de ocio y, por un rato breve, pueden resultar emocionantes. El problema, como en todo, es la adicción. Si leen todas las críticas al artículo apreciarán la defensa acérrima que se hace del videojuego, pero yo comparto la advertencia. LLegas a una casa, "el nené" está frente al odenador-computadora y ni siquiera levanta la cabeza para saludar. ¡Para algunos padres resulta fantástico! ¡Al fin se tranquilizó el muchacho! ¿A cambio de qué? De su mínimo grado de socialización que, a veces, como en el caso que describo, viola alguna que otra norma de cortesía. Y no es lo de menos, por si alquien lo piensa.

Y, para quienes me conocen y se sorprenden por esta "repentina" preocupación, la razón por la que me interesan los niños con mentalidad sana es que serán ellos los encargados de cuidarnos en los ancianatos cuando seamos mayores (tengamos o no hijos, ¡qué conste!). Así que, por mi salud de los últimos años, si llego, no quiero que me cuide alguien nerviosito.

Saludos,

Ada.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Dos cortos

Bolsas-caca

Ayer durante la mañana los carteles aparecieron por toda la ciudad. Es cierto que viene hablándose durante el último año, más bien tímidamente, de la sustitución de las bolsas plásticas en las grandes superficies, y dentro de poco tiempo, en todas las cadenas comerciales de España.

Pero de repente, aun cuando los plásticos vienen usándose desde hace casi un siglo y las bolsas eran unos elementos indefensos sobre los que nadie hablaba, ahora bolsa es caca, bolsa es mala, ruin, asquerosa, asesina (también empiezan a salir las imágenes de las tortugas asfixiadas).


Solo espero que el negocio de las bolsas de tela sea la panacea económica de muchas pequeñas empresas o de las abuelas que toda la vida nos las obsequiaban. Pero se inventará seguramente algún otro material con nombre rimbombante, como “biodegradable”, de “escaso impacto ambiental”, porque las medidas de este tipo no surgen si nos hay planes B muy bien orquestados por quienes las instruyen. Y tiene que haber un filón en algún sitio.

Colirio sano

He estado viendo más televisión de la que me había propuesto durante estos días estivales. Los comerciales siempre dan algo de sí. Y está el de un colirio o lubricante ocular en el que un chico se presenta a buscar empleo con los ojos enrojecidos. La imagen siguiente nos remite a la noche de juerga y baile justo antes de acudir a la entrevista. Así que la maternal chica de recepción le da el colirio para que se vea sano y ¡eureka!, el puesto es suyo.


Pero ha ocurrido un cambio sutil que observé ayer. La imagen de la añoranza, la verdadera razón por la que el chico llevaba ojos de maniático furioso se debía al deporte. La nueva retrospectiva nos lo muestra en la piscina, en medio de un emocionante partido de Waterpolo. El puesto también es suyo, pero ahora no estamos frente a un desalmado y manipulador juerguista, sino ante el deportista ejemplar que no podía perderse un partido antes de la entrevista que decidiría su futuro.

¿Moraleja? Da igual si baila o encesta. El puesto es suyo, así que siempre lleve el colirio y no esté explicándoles a los publicistas los motivos de su enrojecimiento ocular. Mire que después se ven obligados a complacer algún reclamo ético.